LA VOZ DE GALICIA
02/11/2005
Premios Mediterráneo
• Texto de la noticia: Saltar a destacados
Firma: IGNACIO
RAMONET
LLEGO a
la bulliciosa y barroca ciudad de Nápoles a recoger el premio Mediterráneo de
la Información 2005, una recompensa prestigiosa, sin dotación financiera, que
otorga la Fundación Mediterráneo
y que han recibido antes que yo, en diversas
disciplinas, personalidades
como el rey
Juan Carlos, Mijail Gorbachov, Leah Rabin, Yaser
Arafat, el escritor Naguib Mahfouz, etcétera.
Creado en 1997, el premio, que algunos califican,
no sin cierta exageración, de Nobel del Mediterráneo,
tiene una historia muy singular ligada a la de su joven creador Michele Capasso. Hijo de un alcalde mítico que reconstruyó
de modo ejemplar su municipio, San Sebastiano al
Vesuvio, destruido por la erupción del volcán en 1944,
Michele tenía una profesión,
arquitecto, y una pasión, la fotografía.
En tanto que arquitecto se hizo multimillonario en los años ochenta edificando
barriadas residenciales
para clientes adinerados en las afueras
de Milán y Roma. Y, como fotógrafo, documentó para los medios internacionales las tragedias de los conflictos en los Balcanes. Allí, en Bosnia, se produjo el fulgor de su conversión. Fotografiando un día los desastres de la guerra en un pueblo bosnio, descubrió en una escuela los cuerpos
de un grupo de niños asesinados a balazos y amontonados como escombros, víctimas inocentes de la barbarie
de los hombres y de la locura
de los nacionalismos.
El impacto de semejante locura criminal cambió su vida. Michele Capasso decidió consagrar toda su energía, que es ilimitada, a obrar en favor de la paz y la concordia entre los pueblos del Mediterráneo. Vendió su gabinete romano de arquitecto e invirtió la totalidad de su considerable fortuna en la creación de la Fundación
Mediterráneo, asentada
en Nápoles.
Esta fundación actúa,
a escala intergubernamental,
como una suerte de ministerio del Mediterráneo. A su remodelado edificio, situado enfrente del célebre palacio de los reyes de Aragón, han acudido todos
los jefes de Estado y de Gobierno del
"Gran Mediterráneo", que
incluye también el mar Negro como dice Michele. Aquí se celebran conferencias internacionales con
la participación de las más altas autoridades
de la ONU o de la Unión
Europea. Se organizan seminarios, coloquios, mesas redondas, ciclos de charlas, festivales de cine con intervención
de los intelectuales, los artistas y creadores más prestigiosos
y más representativos del entorno mediterráneo.
Todo ello costeado por la fundación. Sin ninguna subvención nacional o local (al parecer las autoridades
de Nápoles sienten profunda envidia por tanta iniciativa brillante.) Y siempre
en favor de una idea fija:
la paz, la cordialidad, el diálogo, el
entendimiento entre las diversas culturas
del Mare Nostrum.
Como dice el gran escritor croata Predrag Matvejevic,
miembro del jurado, «basta
con conocer un poco la historia
del Mediterráneo para saber
que, desde Ulises, aquí nació
el concepto de multiétnico,
gracias a los pueblos que habitaron
sus costas y surcaron sus aguas.
Con períodos de conflicto,
sin duda, pero también con largas eras de concordia, intensos períodos de convivencia y de sólidos intercambios cuyo recuerdo nos
ha llegado por vía de nuestro fabuloso patrimonio
cultural común».
En vísperas de la II Conferencia Euro-mediterránea
que, una década después de
la de 1995, se va a celebrar en Barcelona el próximo 16 de noviembre, la Fundación
Mediterráneo de Nápoles
quiso recordar con los premios de este año que
la información libre y la diversidad cultural constituyen
dos de los principales factores del desarrollo. Porque ayudan a
evitar los conflictos y consolidan la estabilidad de la democracia.