28 maggio 2002
Las dos orillas
del Mediterráneo se acercan sin moverse
de Eduardo del
Campo
El Mediterráneo es un abismo
socioeconómico entre Gibraltar y Alejandría. Los 20.000 dólores de renta per
capita de los países ricos de esta orilla, la europea, multiplican por
entre 10 y 15 la de sus vecinos (por decir algo) de la costa del sur y del
este, tan asfixiados por la corrupción, la falta de democracia (el presidente
vitalicio de Túnez, Ben Alí, el último ejemplo), el analfabetismo, la superplobación
o las limitaciones comerciales que les imponen sus vecinos (por decir algo) del
Norte. Y el abismo crece a más velocidad que los mensajes bienintencionados de
diálogo y concordia.
“Hay que pasar urgentemente del
diagnóstico a la acción”, pidió tras esbozar ese panorama el secretario de
Estado español de Asuntos Exteriores, Miquel Nadal, al auditorio de académicos
y políticos de ambas orillas (cristianos, musulmanes, judíos: laicos y
creyentes) que ayer se reunieron en Sevilla en el Encuentro internacional
sobre el diálogo entre culturas.
A la cita, organizada por la
Presidencia española de la UE, la Junta de Andalucía y la Dundación Tres
Culturas, asisten, entre otros, el secretario general de la Liga Arabe, el
egipcio Amr Mussa (que interviene hoy, a las 11) y el príncipe de Jordania
Hassan bin Talal.
Nadal pidió “autocrítica” por
el lamentable de los proyectos que hace siete años se propusieron los países
ribereños al inaugurar el Proceso de Barcelona.
De los 5.000 milliones de euros
que la UE dispuso para profundizar las relaciones de cooperación en el periodo
1995-1999, “apenas se desembolsó el 26 por ciento: se dispuso de recursos pero
no se supo gestionarlos por ambas partes”, dijo el secretario de Estado
aludiendo a la burocracia y a la falta de trasparencia. Pero añadió, optimista,
que las cosas cambiarán tras la Conferencia Euromediterránea que congregó en
abril en Valencia a 27 países. De la partida de 7.000 milliones destinada al
sexenio 2000-2006 por el programa MEDA, ya se ha comprometido el destino de
entre “el 60 y el 65 por ciento”.
Palabras, dinero. Pero el ex
secretario general de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza, criticó las supuestas
“ayudas” que en realidad son préstamos para que los países destinatarios
realicen obras encargadas a empresas de los países prestatarios. Otra
dependencia.
Puestos a fijar objetivos,
Mayor Zaragoza propuso que en dos años se haya puesto en marcha el 50 por
ciento de los acuerdos de Valencia.
Apertura de mercados
El Gobierno y la Junta, por
boca de Nadal y el presidente Manuel Chaves, estuvieron de acuerdo sobre los
mediterráneos pobres: la suya es una inmigración muy enriquecedora, sí, pero
hay, dicen, que retenerlos en sus países de origen mediante la cooperación
económica.
Nadal apuntó caminos: la deslocalización
cresciente de empresas europeas que irán
al sur en busca de mano de obra más barata “como pasó en España en los
60”, y la progresiva apertura de los mercados europeos a los productos del
Magreb y Oriente Próximo, desde hortalizas a zapatos y textiles, mercancías que
necesitarían miles de trabajadores, suponen que tantos como los que huyen hoy.
Qué dirán los agricultores almerienses, en Elche? “En la UE debemos hacer
amplia pedagogía de que cuanto más abramos los mercados más fáciles será gestionar
la inmigración”.
El islamólogo reformista suizo
de origen egipcio Tariq Ramadan cargó contra la aparente hipocresía europea.
“Hablan de solidaridad y convivencia, y al mismo tiempo lanzan otro discurso
mezclado la inmigración con la criminalidad y el islam. Es incoherente”,
protestó, harto de ser “sospechoso” en todos los aeropuertos. Hablando del
traído multiculturalismo, Ramadan, nieto del fundador de los Hermanos
Musulmanes de Egipto, Hassan al Banna, dijo, pese a quien no le guste, que
también “el islam es una religión de Europa” con entre 12 y 15 milliones de
fieles, y que esa presencia no es un peligro sino una vía para la aceptación
mutua.
Una ciudadanía única para
múltiples identidades, convinieron los ponentes. El príncipe jordano Hassan bin
Talal contó una buena anécdota en esa línea. “Fui a una sinagoga de Suecia y me
encontré con que quien la explicaba era un musulmán. Pero eso cómo es? Pues
porque los dos (el rabino y el guía) eran ciudadanos suecos”.